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miércoles, 3 de diciembre de 2008

Lectura 1 (Parte II)

Música Andina
La música andina y el empleo de determinados instrumentos responden a la celebración de las fiestas más importantes del ciclo agrícola. Tanto ritmos como instrumentos son usados de acuerdo a los ritos y las épocas de siembra, cosecha y almacenamiento (lluvias y seca). Desde que comenzó la conquista se inició el mestizaje. Así como hubo mestizaje biológico entre los andinos y los europeos, también hubo un rico proceso de mezcla cultural.
Antes de la llegada de los españoles, la cultura y en particular la música se enriquecían a partir de la influencia de pueblos y grupos vecinos con los que entraban en contacto. La cultura siempre fue, es y será dinámica.
Es posible dividir a la música andina en tres grandes categorías, dependiendo del origen y el destino que tenga. Nótese que en muchos casos algunas expresiones musicales pueden pertenecer a más de una categoría. Pero en aras de la simplificación, se puede proponer lo siguiente:
  • Música étnica: es la que algunos llaman "auténtica" música andina y que se escucha principalmente en los lugares donde se genera. Ejemplos de esta música son las danzas tradicionales que por lo general están adscritas a alguna festividad: santiagos, toriles, carnaval de Tinta, llameradas, chonguinadas, y muchas formas de huayno. Antes del advenimiento de la radio y de los discos, prácticamente toda la música andina pertenecía a esta categoría. Es también importante notar que los instrumentos utilizados no tienen que ser tradicionales o pre-colombinos: ya hace mucho tiempo que instrumentos europeos fueron adoptados en los Andes, como el arpa, el violín, la guitarra y, más recientemente, saxofones, trompetas, clarinetes y acordeones. Sin embargo de la presencia de estos instrumentos, las formas musicales de este grupo tienden a adoptar patrones rígidos pegados a la tradición.
  • Música popular: en esta categoría el huayno (ritmo) es el rey. Por razones históricas que tienen que ver con la afluencia de los clientes y la cercanía a la capital, el huayno original de 1950 estuvo dominado por música de Ancash y del centro (valle del Mantaro y, posteriormente, Ayacucho). Con relativa rapidez se fue creando un mercado para esta música, apoyado por la profusión de estaciones locales de radio que pasaban la música que encontraban disponible. Esto hizo posible que se crearan estrellas de la música andina, como el Jilguero del Huascarán, Pastorita Huaracina, y otros. Y también hizo posible algo que es quizá único en el continente americano: la formación de un mercado real y duradero para música con fuerte influencia precolombina (como se sabe, la música mejicana es principalmente de origen español y francés, y la música tropical -afrolatinocaribeñoamericana- es mucho más afrolatina que caribeñoamericana (en el sentido precolombino). Otra consecuencia de este fenómeno fue la difusión de algunas formas musicales étnicas a nivel de todos los Andes, y para consumo no de turistas o intelectuales, sino de la población en general (de ahí la denominación de "popular"). Por eso es posible escuchar música boliviana en Cuenca, y música del Mantaro en Oruro. Formas características de este tipo de música son, además del huayno, el yaraví, el taquirari, la muliza, el huaylas, y en menor medida el sanjuanito, el trote y otras formas. Entre las formas nuevas, la más destacable es la de la música tropical andina, o simplemente música chicha, que es un híbrido sumamente exitoso de ritmos tropicales con tonalidades y temas andinos.

  • Música "cosmopolita" o "internacional": esta categoría abarca la música andina tal como se escucha fuera de los lugares de origen, e incluye a todos los llamados "grupos" musicales que van por el mundo tocando quenas, zampoñas, charangos, guitarras y bombos legüeros. Los grupos originales fueron principalmente chilenos, como Inti Illimani y Quilapayún, y el boom, primero en América Latina, coincidió con el triunfo de la Unidad Popular en Chile. El golpe de Pinochet ayudó a que esta música sobrepasara las fronteras de América Latina y se difundiera por el mundo. Si bien gran parte del repertorio original correspondía a la mal llamada "canción protesta", hoy llamada, igualmente mal, "nueva canción", los fundamentos andinos siempre fueron fácilmente perceptibles. El repertorio de estos grupos incluye algunas piezas casi obligatorias: "El cóndor pasa", "Pájaro chogüí" (no andino propiamente, pero normalmente tocado con quenas, y no con el arpa paraguaya), "Poco a poco", "Canción y huayño", "Vírgenes del sol" y otras. Nótese la diversa genealogía de esta música. Son pocos los grupos que se salen del molde, y tratan de diferenciarse no por el repertorio, sino por el virtuosismo en el manejo de un número cada vez mayor de instrumentos. En los EE.UU. se pueden encontrar con relativa facilidad discos de Rumi Llaqta (que estuvo invitado en St.Paul Sunday Morning de la radio pública el 14 de febrero [de 1993]), Alturas, los Calchaquis, y otros. Con el tiempo, los repertorios se han ido ampliando, y hoy incluyen -en el Perú- música afroperuana, salsa, y otras. Entre los antecesores de estos músicos debe contarse a Ima Súmac y Alejandro Vivanco en los 50 y los 60 y Urubamba (vía Paul Simon) en los 70. Otra vertiente de música andina cosmopolita es mucho más creativa, y se ha empezado a identificar con la música denominada "New Age" en los EE.UU.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Lectura 1 (Parte I)


Música Andina
Objetivos:
  • Mostrar el proceso de desarrollo de la música andina y su relación con los ritos de cada cultura.
  • Identificar las diferentes categorías de música andina dependiendo de su origen y destino.

Música Andina

Por su solemnidad evocativa e instrumentación exótica, la llamada música “indígena” de Los Andes tiene un importante público mundial. Hay abundantes grupos que cultivan este género con gran virtuosismo en Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Esta atención internacional se desarrolló a través de una curiosa historia desde los años 1950.
Durante el siglo XX, las sociedades andinas sufrieron drásticos cambios que influenciaron los desarrollos musicales también. Bolivia, por ejemplo, vivió una revolución nacionalista en 1952 que produjo más reconocimiento de las culturas indígenas que en otros países de la región. El gobierno boliviano fomentó el desarrollo de la música aymara, y las estaciones de radio hicieron famosos a varios grupos típicos del altiplano. Estos trabajos musicales llamaron la atención de algunos movimientos culturales que estaban interesados en el cambio social de izquierda en otros países también. En Chile, por ejemplo, varios miembros de la “Nueva Canción” latinoamericana se interesaron en fomentar e integrar la música aymara en sus trabajos. Esta música se hizo muy famosa con la producción de grupos chilenos universitarios que no eran exactamente indígenas – Illapu, Quilapayún e Inti-Illimani, entre ellos –. Durante las décadas de 1960 y 70, los miembros de estos grupos investigaron la música tradicional de la cultura aymara en el altiplano boliviano, y adaptaron su instrumentación y ritmo para producir creaciones musicales de gran originalidad y fuerza lírica.
Por razones tanto políticas como estéticas, este tipo de música se popularizó rápidamente por América Latina en los años sesenta. Más tarde, cuando estos grupos se exiliaron durante los años setenta para huir de la represión militar de la dictadura de Pinochet, su música también alcanzó gran difusión en Europa. Además,
Simon & Garfunkel hicieron famosa la música andina entre el público norteamericano con la canción “El cóndor pasa” (1970), basada en un arreglo que hizo Jorge Milchberg sobre un tema tradicional de origen incaico que el peruano Daniel Alomía Robles (1871-1942) había incorporado a una suite instrumental en 1913. Paul Simon descubrió esta canción cuando asistió a un concierto de un grupo de música indígena de Los Andes en París.
La complicada historia de “El cóndor pasa”, hoy grabada en infinidad de versiones, muestra el camino laberíntico por el cual la “música andina” llegó a ser un género reconocido en todo el mundo. Es también una buena metáfora de la paradójica historia de las culturas indígenas latinoamericanas: después de siglos de marginalidad, una buena parte del respeto que han obtenido para su autonomía cultural proviene de la atención académica y comercial moderna e internacional. La paradoja es, pues, que estas culturas con frecuencia primero tienen que hacerse 'modernas' y recibir atención internacional para poder luego defender sus derechos y su modo de vida tradicional en sus propios países de origen.
En sus dimensiones folklórica y autóctona, experimenta radicales transformaciones de orden formal y de contenido cuando se inserta en los procesos de producción y difusión masiva en las sociedades contemporáneas. Para ello, concentramos una descripción cualitativa de la música llamada autóctona en la región andina en base a contribuciones de la etnomusicología andina y observaciones propias.
Pese a que pasaron muchos años de tentativas coloniales que sometieron y hasta extinguieron grandes pueblos y culturas, en Perú y Bolivia existen muchas comunidades quechuas y aymaras que conservan sus rasgos culturales con poca influencia de la cultura occidental o con una marcada presencia de estructuras formales y de contenido que tienen que ver con cosmovisiones milenarias.
Muchas comunidades mantienen sus formas de relacionarse con el mundo material, la sociedad, la naturaleza y el mundo sobrenatural y en esas relaciones la música juega un papel fundamental como propiciador de comunicación. Podemos afirmar que una de las principales características de la música andina, también llamada autóctona, es la concepción ritual, es decir su existencia en momentos ritualizados, festivos y religiosos.